Antiguamente, a las personas con poderes se las llamaba brujas. No solo a las videntes, sino también a las hechiceras y en general, a todas las visionarias que hacían y pronosticaban hechos y situaciones especiales.
Como la curación por plantas, la videncia y la adivinación no se entendía, era normal que los jueces y el poblado acusarán a las personas de hacer magia indebida, juzgándolos como brujos y quemándolos posteriormente en la hoguera.
De este modo, se aseguraban de acabar con una supuesta amenaza, con personas que según ellos eran peligrosas para el bienestar de las personas del poblado al que pertenecían. Como ves, la historia siempre ha maltratado a las personas que tenían una habilidad especial, relacionando la sabiduría con los demonios, la superstición de la posesión de las almas o la brujería mala. Afortunadamente, después de la Edad Media todo cambió, siendo normal que haya videntes y astrólogos y que se les respete.
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